El viernes pasado asistí perpleja a dos «culebrones» que se desarrollaron online y que estaban relacionados con el derecho al honor en Internet, pero creo que me voy a quedar solo con el que atañe a Alexandra Pereira, conocida como Lovely Pepa, que denunciaba que en el foro de Vogue había un hilo dedicado a acosarla y criticarla.
Alexandra se lamentaba de que no solo había perdido el control acerca de lo que se decía sobre ella sino que además se estaban vertiendo acusaciones muy graves que dañaban su derecho al honor (aunque ella no lo verbalizaba así en su vídeo). La bloguera decía que no tenía intimidad, que incluso cuando quería mantener su relación con su novio en el ámbito de lo privado era sometida a escrutinio público y al despelleje en el foro de Vogue. Tanto creció la bola que su caso acabó con el cierre de los foros de la revista.
El derecho al honor y la Constitución Española
La Constitución Española define el derecho al honor en su el artículo 18, del Título I, Capítulo Segundo, sección segunda (de los derechos fundamentales y de las libertades públicas) con estas palabras:
Artículo 18. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.
El domicilio de Alexandra no ha sido violado pero sí su intimidad y el derecho a la propia imagen de esta chica. Y sí, soy consciente de que habrá gente muy bruta que diga que si ella se exponía de manera pública a cambio de cobrar pues lo lleva en el sueldo pero permitidme que disienta.
Lovely Pepa no se ha ganado la vida contando que su novio es esto o aquello (o al menos hasta donde yo lo entiendo) sino con colaboraciones con marcas que la han invitado a viajes, ofrecido productos y probablemente jugosas sumas de dinero, ya que para algo ella fue la primera Instagrammer española en superar el millón de seguidores. Además, al contrario que otras personas con un perfil muy similar tampoco ha hecho apología de su vida privada, nada más que puntualmente.
Entonces, ¿por qué tanta saña con ella? Pues lo desconozco, pero sé que hay perfiles que acaban provocando este tipo de reacciones (y no había más que pasearse por los foros Vogue o equivalentes para ver comentarios criticando a egobloggers).
La solución al ciberacoso de perfiles destacados no es fácil
No creo que la solución pase por un registro de todos los internautas como sugieren algunos políticos. Más que nada porque no se puede poner puertas al campo y los malos siempre saben cómo escaparse a las normas. Sin embargo, sí que podríamos hacer algo nosotros a nivel individual.
Imagina que acosan o insultan a alguien delante de ti. Puede ser en Twitter, en Facebook o en un foro. Tú eres una persona de bien. Si las personas de bien empiezan a afear estos comportamientos al resto, es probable que cada vez haya menos sucesos como estos. (Y sí, soy consciente de que esta es una solución muy «del mundo de la piruleta» pero dejadme que la proponga de todas maneras).
Esta sugerencia funciona a todos los niveles. Sí, también en el grupo de WhatsApp donde se acosa a personas de manera privada. Y también cuando ves que insultan a alguien por la calle, ¿verdad?
Además hay otro ejercicio que os animo a hacer tanto cuando criticáis como cuando empezáis a despotricar en redes sociales. Preguntaos: «Si tuviera a esta persona delante, ¿se lo diría?» o «Si estuviera mi jefe delante, ¿diría esto?». Si la respuesta es no y necesitáis expresaros, apuntadlo en un cuaderno y guardadlo para vosotros. O decídselo a un buen amigo cuando nadie más escuche. No hagáis daño a la gente porque sí, por favor.
¿Nos atreveremos alguna vez a dar la cara para frenar estas situaciones?